03.1 Qué debe saber
Hace muchos años, un informe de la CNN contó la horrible historia de un hombre que ingresó a una casa en Atlanta y mató a todos los miembros de una familia excepto a uno: un niño de diez años. El niño se encerró en un armario en un piso superior para escapar del asesino. La policía lo encontró mientras recorría la casa después de los asesinatos.
Afuera del hospital donde los doctores habían examinado al niño, un periodista entrevistó al ministro de la iglesia a la que había asistido la familia del niño. Cuando le preguntaron cómo lo estaba sobrellevando el niño, el ministro dijo con el rostro y la voz llena de orgullo: “Si aún no era un hombre, esté seguro de que ahora lo es”. El ministro comparó ese trauma como un derecho de paso hacia la hombría.
Los niños estadounidenses aprenden a rechazar sus sentimientos desde una edad muy temprana. En ninguna parte se enseña esta lección mejor que en los deportes. Durante el primer partido de fútbol que jugaba uno de los hijos del creador de Fathering in 15™, uno de los padres de los niños que jugaban ese día le gritaba a su hijo porque el niño eligió no jugar.
Ese era el primer partido de fútbol de ese niño, que acudió a su padre buscando consuelo, pero su padre se negaba a abrazarlo. El niño lloraba. El padre le gritó que dejara de llorar. El niño continuaba tratando de conectarse con su padre de la única forma que conocía: que su padre lo abrazara.
Su padre lo despreció una y otra vez mientras continuaba gritándole al niño por su elección de no jugar y porque el niño lloraba. El padre gritó: “¡Te anotamos en fútbol y vas a jugar!”. El niño miró a su hermana más grande. Corrió hacia ella y se sentó en su regazo, mientras ella enrollaba sus brazos alrededor del niño. Cuando el padre vio a la hija que abrazaba al niño, le gritó: “¡Suéltalo ¡No le tengas lástima!”. La hija lo soltó y dejó al niño que llore solo.
Ese niño tenía solo cuatro años.
Los padres no son los únicos que educan a sus hijos de esa forma. Algunas madres educan a sus hijos para negar y enterrar sus sentimientos y el dolor físico.
Durante el mismo partido de fútbol, la madre de otro niño no dejó salir del campo de juego a su hijo (otro niño de cuatro años) después de que el niño se había lastimado la rodilla. El niño fue cojeando hasta la banca. Su madre lo corrió hacia el campo de juego y lo obligó a seguir jugando, a pesar de que el niño se quejaba y lloraba porque le dolía la rodilla.